imagesCuando oímos la palabra duelo, en seguida nos viene a la mente un fallecimiento, la pérdida de un ser querido. Pero no es así. Todo aquello que supone una pérdida personal, en nuestro yo actual, (divorcio, pérdida de trabajo, pérdida de una mascota, enfermedad degenerativa de un ser querido…) va a trastocar nuestra vida, va a suponer un reto al que debemos enfrentarnos y a ser posible, salir airoso de él.

Nosotros somos lo que somos gracias a la genética, y a todas las experiencias que hemos ido viviendo, la gente que nos rodea… cuando algo de ello desaparece, nuestro mundo se «rompe», y toca volver a recomponernos.Como un jarrón hecho añicos, aunque lo peguemos, siempre habrá un hueco vacío, esa pieza que falta. No nos dejemos engañar, después de una pérdida nuestra vida no van a ser la misma, pero eso no quiere decir que las cosas no vayan a ir bien. El trabajo consiste en recolocar lo perdido, que siga formando parte de nosotros, y que ese recuerdo nos permita seguir nuestro camino.

El duelo se manifiesta en una serie de fases, y como cualquier situación de nuestra vida, se puede complicar. La duración o intensidad de la sintomatología puede
exceder de lo establecido como normal. Puede que no hallemos  comprensión en nuestro círculo social o familiar, que nuestras reacciones no las vean como «normales», y esto puede a su vez, hacer más difícil la asunción y recolocación de la pérdida.

A la hora de afrontar una pérdida, o de intentar apoyar a un amigo o familiar, debemos recordar que no todos somos iguales, ni expresamos nuestros sentimientos de la misma manera. Aquí van algunos consejos para facilitar este proceso: